La vida cambia cuando se comparte en pareja. Por ejemplo, una persona soltera no tiene que consultar sus decisiones con nadie más, puede disponer de su tiempo de ocio en base a sus preferencias, darse todos los caprichos que quiera desde un punto de vista económico dependiendo de sus propios recursos… Sin embargo, tener una pareja implica compartir.
Y para compartir, hay que negociar, es decir, ceder por ambas partes, poner en práctica la empatía de ponerte en el lugar de otro, evitar las discusiones innecesarias, fomentar la comunicación… Dentro de los objetivos de una pareja se encuentra el de disfrutar de la vida en común. Para ello, hay que dejar de lado todo egoísmo. Cuanto más intentes hacerle la vida agradable al otro antes lograrás, que la otra persona se comporte del mismo modo. En cambio, desde los reproches existen muchas más opciones de arruinar una historia, por bonita que sea.
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