La felicidad es algo que no da lugar al autoengaño. Cuando de verdad eres feliz lo sabes en el interior de tu conciencia. Estás contento de tener la suerte de disfrutar el presente junto a tu familia, tu pareja y tus amigos. Te sientes afortunado por poder compartir la vida con esa persona. Te muestras más receptivo a todos los aspectos positivos del destino, de tal forma, que rara vez caes en la negatividad y en el dramatismo.
Por tanto… ¿Cómo puedes saber que la persona a la que amas también te quiere y te hace feliz? En primer lugar, sientes que el peso de la balanza está equilibrado en relación con lo que das y con lo que recibes. Por otro lado, no te sientes una víctima de la manipulación de tu pareja sino que te consideras una persona libre, que más allá de estar en pareja, tiene un criterio propio.
Además, notas que se interesa por ti, que te escucha y que intenta hacerte la vida agradable. En el fondo de tu ser, notas que estás junto a la persona que quieres estar y esa sensación te gusta porque te da paz y tranquilidad. Por el contrario, alguien que no es feliz en pareja tiende a pensar en otras personas y a imaginarse con ellas. La realidad es que existen diferentes tipos de infidelidad, y la mental, también es una opción.
Muchas personas se preocupan mucho más de hacer felices a sus parejas que de sentir en primera persona el bienestar y la ilusión. Pero este deseo de felicidad forma parte de un buen nivel de autoestima y esencialmente, de la dignidad. Una persona que te hace feliz no te humilla en público, ni tampoco te riñe delante de los demás. Te habla con respeto y te dice cosas bonitas.