El ser humano tiene una actitud diferente ante el amor dependiendo de cuáles sean sus circunstancias en ese momento. Por ejemplo, una persona que se encuentra en una etapa inicial de noviazgo tiende a sentir una gran euforia anímica, en ciertos momentos, siente incluso que flota en el aire de felicidad. Es decir, su mente está totalmente receptiva ante la perfección subjetiva del momento que está viviendo y protagonizando en el presente.
Sin embargo, también existe la situación contraria. Tras el final de una historia de amor por la que se ha apostado mucho, se tiene la sensación de vacío y de fracaso. Un fracaso que pesa toneladas en el alma y en el corazón a través de emociones como la tristeza, el desencanto, el sabor amargo de la soledad… Una ruptura es dolorosa, sin embargo, es una enorme plataforma para el aprendizaje y también para la superación personal.
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