Bases de una convivencia feliz en pareja


Aprender a convivir en cierto modo es una tarea que implica mucha paciencia y también, buena voluntad en tanto que debes asumir que compartes tu espacio con otra persona que tiene los mismos derechos y deberes que tú. Aquellas personas que por circunstancias ya han convivido con más gente están más receptivas a la hora de poder emprender este reto en pareja de una forma positiva. Existen estudiantes de universidad que ya saben lo que es compartir piso con otras personas. Sin embargo, quienes siempre han vivido con sus padres, por ejemplo, o viven solos, deberán poner más de su parte a la hora de dejar de lado las manías y ser más flexibles en la aventura de la convivencia en pareja.

Es una aventura puesto que no es lo mismo quedar con tu novio y un rato cada día para dar un paseo, ir al cine o tomar un café que convivir con tu pareja y compartir un mismo techo. Para tener una convivencia de pareja feliz es importante querer hacerle la vida agradable al otro. Por ello, es importante evitar reproches tan absurdos como el hecho de que uno pueda ser más desordenado que otro. Cada persona tiene sus defectos y sus limitaciones.
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Cómo afrontar el primer año de convivencia en pareja


Una historia de amor tiene diferentes etapas. Mientras que hasta hace unos años era habitual que cualquier pareja de novios se casara sin haber convivido previamente, hoy día, la situación ha cambiado y la mayoría de las parejas apuestan por la convivencia como una prueba necesaria del amor que permite descubrir la compatibilidad del carácter o también, saber si ambos tenéis el mismo proyecto de vida.

El primer año de convivencia supone un punto de inflexión importante respecto a la etapa del noviazgo sencillamente porque cuanto más tiempo se comparte con el otro más opciones hay de descubrir y valorar sus virtudes pero también de observar sus defectos. Por otra parte, al compartir más horas en común y un mismo techo también es habitual que se produzcan más conflictos como consecuencias de las diferencias. Aprender a resolverlos es una de las claves para poder construir los cimientos de una historia de amor sólida y duradera.
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Cómo convivir con tu pareja

convivir
A veces las cosas no terminan de salir del todo bien, ya sea por una serie de comportamientos, actitudes o hábitos, lo cierto es que con el paso del tiempo se crean tensiones que pueden llegar a obstaculizar la convivencia en pareja. De modo que para que tu relación funcione debes detectarlos y modificarlos.

No olvides que cada persona tiene una personalidad distinta y que nadie es perfecto, todos tenemos defectos. Lo importante es que el amor inunde la pareja y la convivencia sea lo más agradable posible. Si has tomado la decisión de vivir con tu pareja, disfruta de compartir la vida con la persona que amas.

Es frecuente también llevar tus problemas laborales a casa. Es normal que durante la jornada se acumulen y al terminar el día terminen por amargarte con un humor insoportable. Procura que antes de entrar a casa, dejarlos a un lado, tu pareja se merece una sonrisa cuando te vea entrar por la puerta. Recuerda que no tiene culpa de nada y quiere disfrutar contigo. Comparte una agradable cena y descansa. Al día siguiente ya podrás encarar posibles soluciones a todo lo que te preocupa.
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Consejos para comenzar una convivencia en pareja


La convivencia no es nada fácil aunque sea con la persona que queremos, las primeras semanas son claves para marcar el ritmo de lo que vendrá. Te explicamos algunas formas de llevar esta situación en terrenos como el sexo, peleas, aficiones, cocina y el orden.


Lo primero es el entorno, por eso la decoración del hogar cobra mayor importancia y la distribución de los muebles son fundamentales para la apropiación del espacio. Procura ser original y también escuchar las propuestas de tu pareja. Seguro que entre los dos lográis formar un espacio en el que estar a gusto el uno con el otro.


La repartición de las tareas también en importante, de cara a dividir y rotar algunas como son el limpiar u ordenar. Es importante repartirse bien estas cosas de la casa para que no caigan siempre en las mismas manos y se generen conflictos. Ambos tienen que colaborar con igual, aunque todo dependerá muchas veces del horario que tenga cada uno con respecto a su trabajo.


No dudes en hablar sobre aquello que te molesta, aunque pueda ser un tanto incómodo, siempre será mejor que callarlo.


Cuando os apetezca estar en compañía, podéis organizar fiestas, cenas con amigos o todo tipo de evento social los hará sentirse más orgullosos de estar en vuestra propia casa.


Aprovecha la pasión e ilusión de los primeros meses para tener sexo en los distintos ambientes del hogar. Esto además de ser muy estimulante puede ayudarte a conocer mejor los gustos de tu pareja.


Convivencia no es sinónimo de estar siempre el uno al lado del otro. Busca tus propios espacios en la casa y permite que tu pareja también los tenga si libertad. Muchas cosas se pueden hacer juntas, pero otras requieren compañías diferentes.


Todos tenemos costumbres en nuestras vidas cotidianas, es algo completamente normal, por ejemplo algunas personas duermen con alguna luz encendida, mientras que otras lo hacen en completa oscuridad. Es posible que descubras algunas peculiaridades que tu cónyuge venía escondiendo. Sin embargo, es vital respetarlas y no juzgarlas.


Busca la el momento indicado para realizar peticiones. El tono en que lo hagas es casi tan importante como aquello que se dice. Cuidado con tus palabras porque podrían generar tensiones.


Si alguno de los dos ya vivía en esa casa, será bueno realizar algunas modificaciones para que la persona que recién llega sienta que algo ha cambiado y que ese hogar también va a ser suyo.


Respecto a la cocina lo recomendable es sorprenderse mutuamente con sus especialidades. Cada día puede cocinar uno. Conocer los gustos culinarios del otro tiene muchas más implicaciones de las que aparecen a simple vista.

Vivir juntos


En cualquier relación sentimental, cuando todo transcurre sin problemas, las personas deciden vivir juntas, sólo para descubrir cómo es compartir la vida con esa persona a la que tanto se quiere. Para asegurarte de que estás tomando la decisión correcta acerca sobre el comienzo de una convivencia conjunta, aquí tienes algunos aspectos que debes plantearte:

– ¿Está realmente dispuesto a hacerlo?
Pregúntate a ti mismo esa cuestión una y otra vez, y quizás descubras que todavía no estás listo para irte con tu pareja. Tal vez lo único que quieres hacer es complacer a esa persona.

– No mantengas falsas esperanzas
A veces las personas deciden dar un sí rápido pensando en que esta es la relación de su vida y que todo terminará en boda. No te hagas ilusiones, todo debe ir poco a poco y ver como sois los dos en una vida conjunta.

– Cuidado con los temas económicos
Debes conocer bien a esa persona antes de irte a vivir con ella. Existen casos en los que a los dos días de conocerse se van a vivir juntos: uno pensado que es amor y el otro consiguiendo compartir gastos. El tema económico debe quedar muy claro desde el principio.

– Hablar abiertamente
No creas que irte a vivir con tu pareja hará que vuestras diferencias desparezcan. Debéis buscar soluciones de mutuo acuerdo. Si eso os plantea muchos problemas tendréis que plantearos la convivencia.

– Conocerse
Cuando se vive separados sólo se comparten momentos que ambos intentáis que sean los mejores del día. Cuando se empieza a vivir juntos los dos conoceréis verdaderamente a la otra persona, en ese momento descubriréis cosas que no os gustan.

La temida convivencia en pareja

Toda relación de cualquier tipo vive inexcusablemente una serie de etapas que pueden aparecer en un orden u otro. La primera señal, el primer beso, pero también las fases negativas como la primera pelea o la primera mentira son inevitables en la mayoría de las parejas, pero también necesarias para conocerse y convencerse de que están hechos el uno para el otro.

Cada pareja evoluciona de una manera y, de hecho, algunas mejoran y otras empeoran por lo que en definitiva siempre hay dos opciones: o ponen punto y final a la relación o, simplemente, adaptarse. Lograr esto último no es nada fácil y para conseguirlo hay que partir de una premisa: tener claro que todos somos diferentes, y que en la mayoría de los casos cada uno se ha educado en un hogar, en un barrio, en un colegio o en una ciudad diferente al del otro, lo que se traduce en que algo que puede ser obvio para uno, es completamente ajeno al otro y a la inversa.

Todos estos contrastes, latentes al principio, se manifiestan en todas las relaciones con el tiempo y se acentúan cuando se da uno de los pasos más temidos: la convivencia. Para evitar los casi generalizados problemas de lo que significa compartir un hogar, debemos tener siempre presente que cada uno se crió de una manera y, sobre todo, diferenciar entre lo que es verdaderamente relevante y, por tanto, merece ser discutido – como la compra de una casa – y lo que es completamente trivial, como el lugar en que se guardan los cereales o la manera de hacer la cama.

En definitiva, debemos aceptar la manera de hacer las cosas del otro, escuchar sus opiniones, y abrir nuestra mente para intentar llegar a acuerdos, ya que hay muchas formas válidas de realizar las tareas del hogar y de organizar las cuentas, por poner un par de ejemplos. Pero sobre todo lo que siempre debemos evitar es convertir nuestra relación en un tira y afloja constante porque así no hay quien viva.

Estar juntos, vivir separados


Desde hace años se consolida en diferentes países (sobre todo en los anglosajones) una que permite mantener y desarrollar el amor sin por eso tener que amontonar pertenencias, momentos y gustos para hacerlos coincidir con los de la otra parte.

A este tipo de relación se le conoce como LAT –living appart toguether y es algo así como estar juntos, vivir separados-, y está dando magníficos resultados a muchos adultos que quieren tener una relación sentimental y quieren seguir siendo impares.

Es una fórmula para conservar la independencia y también es una manera para que la relación dure mucho más. Para los hombres y mujeres divorciados es una forma cómoda de tener pareja evitándose las complicaciones de que los hijos de uno y otra se adapten o no viviendo todos en una misma casa. Y a las personas que han tenido algún desengaño les da más seguridad.

Los LAT suelen vivir en el mismo municipio o no muy lejos, siendo muy fácil encontrarse en uno u otro domicilio. Tener pareja y no vivir bajo el mismo techo es algo que se va imponiendo cada vez más. Algunas razones tienen que ver con los cambios sociales que se han producido y que se siguen produciendo en esta sociedad.

Por suerte la mujer está plenamente incorporada al mundo laboral al que tanto trabajo le ha costado llegar y en el que le cuesta mucho más mantenerse. El concepto de familia ha cambiado, y varía mucho con el que existía unos años atrás.

En definitiva, ambos componentes quieren estar con la otra persona en todos los sentidos y respetan la fidelidad, pero asumen normalmente por experiencias poco gratas, que estar todo el tiempo, sin reservarse nada para sí mismos, termina por matar el amor ‘de tanto usarlo’.

Disfrutar las vacaciones en pareja


Pasar las vacaciones en pareja, puede convertirse en algunos de los planes más placenteros. Pero curiosamente son muchas las separaciones que se producen después de las vacaciones. Conoce las razones:

Mucho tiempo libre. Durante este periodo se tiene una convivencia de 24 horas diarias, mientras que en la vida cotidiana es imposible pasar tanto tiempo juntos.
Al tener más tiempo para hablar y reflexionar, salen a la luz incompatibilidades que se habían mantenido ocultas y generan conflictos insalvables.

Desacuerdos al elegir el destino. Los problemas comienzan durante la planeación del viaje, ya que no hay acuerdo entre las partes.
– Las mujeres son más partidarias de unas vacaciones relajantes para desconectar de la agobiante rutina, y prefieren emplear ese tiempo de relax para disfrutar de su pareja al máximo.
– En cambio los hombres, la mayoría prefiere los viajes de aventura y las actividades deportivas.

El lugar elegido. También puede influir en las discusiones de pareja.
Si el viaje es más relajado, las discusiones pueden surgir por el exceso de tiempo libre en compañía, algo que en muchas parejas no es habitual durante el resto del año.
Los viajes más planificados donde hay que decidir cada día qué lugar visitar, dónde comer o en qué hotel dormir pueden ocasionar problemas debido a las opiniones y deseos opuestos.

Para una intensa convivencia se aconseja:
– Llevar a cabo las aficiones que tienen en común y realizar cada uno por su cuenta, en las que no se coincida. Así podréis daros un respiro y no estar todo el tiempo juntos.
– Se debe convivir esos días con la mentalidad abierta al cambio.
– Las vacaciones son el momento ideal para analizar los pros y los contras de la relación, meditar y dialogar en pareja.

Mejorar la convivencia en pareja


Todas las parejas pasan por fases más complicadas, en las cuales parece imposible entenderse, surgen problemas de comunicación o de malos entendidos. Parece que todo lo que hacemos o decimos molesta al otro, al final la convivencia se puede convertir en la peor pesadilla.

A lo largo de la vida pasamos por períodos de crisis personales, los cuales iremos resolviendo poco a poco, y otros los arrastraremos a las personas que nos acompañan y nos quieren. Al final pueden aparecer más problemas y conflictos, todo se complica, llega un momento en que la pareja parece que no tiene futuro, pero nada es irreparable.

En esos momentos la convivencia se dificulta, pero es importante conocer nuestras responsabilidades y afrontar lo que nos toca vivir, no culpar a los demás de nuestros problemas, eso solamente lleva a agrandar las distancias entre los dos enamorados.

Es momento de dialogar, conocer la raíz del problema y buscar las mejores soluciones para ambos, el debate debe ser profundo pero sin llegar a culpabilizar al otro de nada, ese es el primer paso para mejorar la convivencia. Si hay algo que te molesta profundamente, es mejor esperar al momento del enfado para comentarlo con la pareja.

Debes estar atento a tus propias actitudes y acciones. La pareja tiene que hacer autocrítica con el fin de poder revisar cosas que estén perjudicando y que se puedan modificar. Todo puede cambiar a mejor, es cuestión de proponérselo.