Sin duda, la infidelidad es un comportamiento relativamente frecuente según muestran las estadísticas. Y eso que aunque los expertos quisieran conocer los datos reales calculados en tanto por cien de infidelidades, no podrían sencillamente, porque pocas personas se atreverían a confesar abiertamente sus actos. Pues bien, la infidelidad es contraria a la confianza y el respeto que debe existir en una pareja que se quiere. O incluso, aunque hayas dejado de querer a la persona que tienes al lado debes respetarle sencillamente, por el tiempo que has compartido con ella y por la lealtar que merece. Por ello, la infidelidad no tiene ningún sentido ni ninguna justificación desde un punto de psicológico ni tampoco ético.
Está claro que en el camino del amor, más allá de estar en pareja, existen tentaciones. Sin embargo, también es verdad que de una forma racional debes hacer balance de qué es lo correcto e incluso, de qué es lo que te compensa más. No merece la pena tirar por la borda un amor sólo por el hecho de sentir una atracción por otra persona. Es más inteligente buscar la forma de matar esa nueva atracción, si hace falta, distanciándote de ella y evitando el contacto.
La infidelidad es contraria a la fidelidad. Un término que no sólo puede ser analizado desde un punto de vista físico sino también emocional. Es decir, eres fiel a una persona desde diferentes puntos de vista y distintos ámbitos. El amor humano es un conjunto de ingredientes que en cierto modo es muy complejo.
¿Qué hacer después de una infidelidad? En ese caso, sólo los protagonistas implicados pueden tomar la decisión. Hacer balance y saber qué es lo correcto para ellos. Es decir, romper o empezar de nuevo con ilusión, esperanza y optimismo. Existen casos de todo tipo, personas que no perdonaron un acto de este tipo y otras que sí lo hicieron.