El dinero parece un bien supremo en nuestra sociedad, tanto es así que de una forma normal la situación económica también puede influir en positivo o en negativo en la relación de pareja. Por ejemplo, cuando tanto él como ella tienen un trabajo pueden disfrutar de una calidad de vida alta, tener una vida social intensa, hacer viajes, comprar ropa, vivir a la última. En cambio, ante el desempleo es esencial hacer esfuerzos y apretarse el cinturón para llegar a fin de mes. De este modo, muchas parejas se hunden ante esta opción, cuando en realidad, el amor debería estar por encima de todo.
Es decir, el hecho de estar junto a la persona que se quiere debería de ser lo principal y no dejar que factores externos vayan robando la ilusión de la esperanza. Por otra parte, algunas personas también se convierten en especialmente seductoras, sencillamente, porque tienen dinero. El dinero está ligado con una serie de valores: el prestigio social, el brillo, el poder, la autoridad… Pero en cambio, el dinero es un factor ajeno a la intimidad de la persona por ello, se trata de un factor aleatorio. Mientras que la belleza interior no muere nunca, el dinero, por supuesto, se puede acabar y agotar.
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