Las personas solemos dar más peso al malestar que sentimos cuando nos hemos sentido heridas por alguien que a la responsabilidad que tenemos de reparar un daño cometido cuando hemos herido a otra persona. En realidad, para saber si hemos herido a otra persona, tenemos que estar más atentos a su lenguaje corporal que a lo que nos dice. El cuerpo expresa todo aquello que siente el alma incluso cuando alguien se empeña en disimularlo. Se pueden herir los sentimientos de otra persona al utilizarle, al infravalorarle, al no cumplir una promesa, con una humillación, con las falsas expectativas…
En realidad, el corazón humano es tan complejo y son tantas las experiencias de vida que puede ser suficiente con que un acto presente recuerde a la otra persona algo de su pasado para que se sienta herida.
Consecuencias de haber herido los sentimientos de otra persona
Si esa herida se ha producido en lo más hondo de su ser, es decir, si ha calado el malestar en su interior, puede que con el tiempo las cosas vuelvan a fluir pero también puede suceder que eso no pase. Todo depende, también, de si la persona tiene desarrollada una gran capacidad de perdón y de pasar página. Existen personas que marcan pronto una barrera cuando alguien les pone en peligro emocional. Y a partir de ese momento, puede ser difícil traspasar esa barrera.
Reflexiones al respecto
En realidad, para no herir los sentimientos de otra persona de una forma innecesaria deberíamos aprender a tratar a los demás en el modo en que nos gusta ser tratados y también, deberíamos actuar con el sentido común de la experiencia. Existen situaciones en las que podemos pagar un precio muy alto tras haber herido a una persona, por ejemplo, perderle para siempre. Decir lo que piensas sin herir al otro no siempre es fácil pero merece la pena intentarlo.