En el amor, existe una realidad. Y es que, hay que aprender a ceder por ambas partes, sencillamente, porque las cosas no siempre son cómo y cuando uno quisiera. El sentimiento se alimenta a través de la generosidad de dos voluntades que ponen lo mejor de su parte en una situación de este tipo. ¿Cómo es posible ser más flexible en la rutina diaria?
En primer lugar, se sufre mucho desde la intransigencia. Por tanto, aprende a estar bien contigo mismo, fuerte y con una buena autoestima. Así, no sentirás que tu valor es mayor o menor dependiendo de cómo se comporte el otro. Por otra parte, desde la falta de flexibilidad emocional también se puede hacer una lectura equivocada de los hechos. Por ejemplo, que una persona no pueda quedar contigo justo en el momento en que tú querrías no significa, que esa persona no te valore de verdad. Simplemente, muchas veces no es fácil conciliar todas las obligaciones, también hay que tener en cuenta el estado de ánimo y el momento presente.
Puedes aprender a ceder en el ámbito de la pareja, poniendo en práctica esta habilidad incluso en el ámbito de la amistad,de la familia y en el plano laboral. Ceder implica ser generoso con los demás, dar prioridad a los intereses ajenos antes que a los propios (cuando así conviene), tener mucha paciencia y rectificar a tiempo con sabiduría y prudencia. El peligro reside en ceder siempre y que el otro mire por sus intereses. De este modo, una persona puede desgastarse de tanto dar.
Hay que encontrar el equilibrio en la relación. Sólo así dos personas pueden ser felices de verdad. Por suerte, aprender a ceder es una habilidad que entra dentro de la Inteligencia Emocional. Por tanto, se trata de una competencia que se aprende.