El romanticismo no debe de ser un acto esporádico que se produce cada tres meses, sino más bien, un modo de ser que consiste, sencillamente, en hacerle la vida agradable y bonita a tu pareja. No necesitas hacer cosas muy llamativas para poder ser un romántico en tu día a día. Puedes ir a esperar a tu pareja al trabajo por sorpresa y después dar un paseo juntos o tomar algo. Por la mañana, puedes prepararle el desayuno que sabes que le gusta.
La verdad es que la convivencia a veces es dura, y la rutina diaria, en medio del cansancio, los cambios de estado de ánimo y los problemas también puede llegar a resultar asfixiante en ciertos momentos. De ahí el mérito de trabajar una relación día a día porque es la única forma de poder luchar contra el sabor amargo de la rutina o de la monotonía. Algo que resulta imposible cuando dejas que los problemas del trabajo afecten a tu vida privada y te llevas las preocupaciones de la oficina a tu casa. Sin duda, una mala compañía para el amor que es cosa de dos.
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