El romanticismo es una cualidad bonita cuando hablamos de amor pero también puede causar cierto grado de frustración en el caso en el que, por ejemplo, ella sea romántica y él no lo sea (o a la inversa). El romanticismo se convierte en el complemento perfecto de una relación y de una historia de amor cuando ambos lo son, es decir, cuando ambos comparten una misma visión del enamoramiento.
Existe una palabra que muchas personas interpretan de una forma equivocada: la rutina. La realidad es que la rutina no es sinónimo de monotonía y aburrimiento, sencillamente, porque toda la vida en general es una rutina. Es decir, cada día amanace y cada noche, oscurece. ¿De dónde nace entonces la capacidad de admiración, de creatividad y de sorpresa? De uno mismo y del modo de percibir la realidad. Así sucede también en el amor.
Para ser romántico en la convivencia diaria debes aprender a expresar los sentimientos, a no guardarte lo que sientes dentro de ti. Aprende a decir te quiero porque eso hace sentir muy bien a la persona que tienes al lado. Cuida los pequeños detalles de la convivencia para hacerle la vida más agradable a tu pareja. Sorpréndele con una cena sorpresa por ejemplo. Mándale flores al trabajo un día cualquiera, si es lunes todavía mejor ya que a algunas personas les cuesta mucho empezar la semana. Escucha a tu corazón y verás cómo te resulta más fácil ser romántico.
Y además, no hace falta que sea fin de semana para cultivar el romanticismo sino que cualquier día, momento, hora y lugar es bueno para amar de verdad. Organiza siempre una vida social positiva: ir al cine, al teatro, organiza un día de campo, prepara una excursión a algún destino bonito, llámale por teléfono en caso de que no vayas a verle todo lo que quisieras…