6 razones para perdonar una infidelidad en el matrimonio

infidelidad-en-el-matrimonio
La infidelidad, en ocasiones, irrumpe en el matrimonio y supone un punto de inflexión en la vida en pareja. La duda suele nacer en el corazón de quien se siente engañado por la persona que ama. La decisión definitiva en una situación de este tipo, es fruto del acuerdo alcanzado por ambos. Quienes consideran la posibilidad del perdón, suelen fijarse en las siguientes cuestiones.
SEGUIR LEYENDO «6 razones para perdonar una infidelidad en el matrimonio»

¿Es lo mismo perdonar que olvidar?


El perdón suele ser más significativo para quien perdona que para quien es perdonado. Cuando perdonamos nos quitamos un peso de encima; ya no tenemos que vivir atados a un hecho o un incidente del pasado. El perdón nos sirve a nosotros mismos para ser mejores personas y para dejar marchar aquello que tanto nos ocupaba en la mente y en el corazón.

Podemos perdonar independientemente de que la persona a la que perdonemos cambie su actitud o no. Podemos hacerlo de muchas maneras, pero lo que en realidad importa es perdonar sin guardar resentimiento alguno porque comprendemos que si nuestra pareja nos ha causado daño, quizás sea porque no sabe actuar de manera diferente.

Pero perdonar no significa olvidar. Podemos perdonar para liberarnos de una carga que no nos aporta nada a nuestras vidas; o podemos perdonar y olvidar, pero son dos cosas diferentes.

Así, podemos decidir perdonar de corazón, pero también podemos decidir no olvidar lo ocurrido para evitar que vuelva a ocurrir otra vez. Si alguien nos ofende o nos causa una daño por error, podemos perdonar y olvidar pero siempre que estemos atentos a cómo se comporte esa persona en el futuro.

Si nuestra pareja nos ofende o nos daña, podemos elegir perdonarle porque comprendemos que quizás esté pasando por un mal momento o quizás no tenga las habilidades necesarias para madurar y dejar de ofender o dañar a otros; pero también podemos elegir no olvidar lo sucedido.

Puede que suene egoísta, pero los derechos de los demás terminan cuando comienzan los nuestros y viceversa. Podemos perdonar, pero no tenemos obligación de continuar sometiéndonos a incidentes negativos de por vida.