Existe un sentimiento que es bastante agotador a nivel anímico: la decepción. Dependiendo del grado de decepción, el dolor es tal, que el desencanto producido por una persona se extiende a otras muchas. Es decir, terminas cerrando la puerta a gente buena y valiosa por alguien que no ha sabido o no ha querido valorarte. ¿Qué hacer cuando estás decepcionado?
En primer lugar, valorar si quieres o no darle otra oportunidad a esa persona. Buscar el momento oportuno para decirle qué te ha dolido y por qué crees que se ha comportado de un modo incorrecto. El sentimiento de decepción es libre, es decir, puede que desde fuera haya amigos que no comprendan cómo te sientes, pero el dolor es interior y subjetivo: tú tienes tu visión particular de la historia. La decepción es bastante dura y difícil de curar en el amor. Por ejemplo, con los años, existen personas que acumulan tantos casos negativos en su pasado, que llega un punto en el que se agotan y se cierran a cualquier posible esperanza.
La decepción viene acompañada por sentimientos como la tristeza, la rabia, el desencanto, la pena y la frustración. Por suerte, conforme pasa el tiempo, el dolor disminuye y la persona queda con armas más eficaces a nivel emocional para poder afrontarla. De hecho, desde el paso del tiempo, a veces, alguien logra ver el lado positivo de un final poco agradable.
La decepción se puede producir en el terreno sentimental, pero también, en el ámbito de la pareja, en la amistad y en el plano profesional. Conviene destacar que también es posible decepcionarte contigo mismo por no haber actuado de un modo correcto en una situación determinada. Por suerte, de este tipo de experiencias se aprende mucho: especialmente, se aprende en quién confiar.