La empatía a nivel humano implica comprender que toda actitud tiene una causa y una razón. En más de una ocasión, juzgamos comportamientos externos como negativos pero no profundizamos más allá para conocer su causa. Cuando conoces el motivo de una actitud también cambia tu perspectiva. ¿Cuándo surge el deseo de ser individualista?
Después de una gran decepción
Después de haber vivido una gran decepción tienes ganas de meterte debajo de las piedras, protegerte como una tortuga y no salir de ahí nunca más. Es decir, el dolor puede llevar al deseo inicial de no confiar en los demás, en ningún otro momento. Sin embargo, no aporta nada tomar este camino de desconfianza. Es verdad que la sociedad en la que vivimos no siempre resulta fácil a nivel emocional y existen etapas en las que una persona que está triste, sobrevive en soledad.
El cansancio psicológico
La tristeza, la superficialidad de las relaciones personales, la falta de iniciativa por parte de los demás también puede causar el deseo de individualismo en uno mismo. En ocasiones, queremos ser individualistas, simplemente, porque es lo que vemos en los demás y queremos vernos reflejados en ellos como en un espejo.
Falta de sacrificio
Existen personas acostumbradas a actuar siempre bajo un criterio poco profundo: “Me apetece o no me apetece”. Sin embargo, no es bueno educar los afectos en función del apetecer porque entonces, es imposible construir un vínculo estable a largo plazo. Existen esfuerzos mínimos que si no somos capaces de hacer por otra persona, entonces, es difícil que esa relación vaya a más. En más de una ocasión, por ejemplo, tenemos que sacrificar nuestro tiempo por atender una necesidad del otro. Es un acto humano, ponerte tú en un segundo plano cuando un amigo está triste para quedarte con él más rato del que tenías pensado.