Los preparativos de una boda conllevan para los novios, empezar a organizarlos con bastante tiempo de antelación (al menos un año antes), para evitar sobresaltos de última hora.
Entre ellos está la selección del menú. Conseguir que se ajuste a las expectativas de los novios y de los invitados, suele traer muchos quebraderos de cabeza. Para que no tengáis problemas a la hora de componer el menú nupcial, seguid estas pautas:
Copa de bienvenida
En estas recepciones se deben servir canapés ligeros con el fin de no llenar el estómago de los asistentes antes de tiempo. Aquí caben desde pequeñas croquetas, hasta tartaletas con cremas de queso, salmón o caviar, etc. Por supuesto, todo ello regado con vino, cerveza o algún refresco.
Marisco
El marisco es parte imprescindible de todo menú nupcial. Por lo general, unos langostinos, cocidos o a la plancha, o unas cigalas, son una buena opción. Si los quieres con un toque elegante, puedes pedir saquitos atados de gambas y ajos tiernos.
Carne, sorbete y pescado
Actualmente, suelen servirse las dos opciones es decir, carne y pescado separados por un sorbete de cava. El más conocido es el de limón, pero ya no es el único.
Los pescados ofrecidos van desde la lubina hasta merluza, pasando por rape, rodaballo o lenguado. Lo importante es la salsa con la que se aderece.
En cuanto a la carne, depende mucho de la zona geográfica donde se realice la boda. Por ejemplo, si es en Ávila, un buen chuletón no puede faltar. Si hablamos de Segovia, el cochinillo es el plato estrella. El cordero también es una opción muy acertada al igual que el solomillo.
El postre
Sigue siendo frecuente ver la tarta nupcial entre los postres. Lo normal es presentarla junto con algún helado que combine bien con ella.