Existen historias de amor o amistad que tienen fecha de caducidad. Los amores de verano, las rupturas de pareja, las decepciones personales muestran distanciamientos que plantean la necesidad de aprender a decir adiós con libertad. Aprender a despedirse es uno de los aprendizajes más importantes y necesarios en la vida puesto que el desapego potencia la autonomía. Existen personas que tienen dificultades para despedirse de un modo definitivo. Así ocurre, en el caso de aquellas parejas que viven un amor con constantes rupturas y reconciliaciones. Historias en las que un adiós se convierte en un hasta pronto porque falta firmeza en la toma de decisiones. ¿Cómo decir adiós aunque duela?
Valorar las consecuencias de los actos
Decir adiós a una persona es una decisión que tiene consecuencias no solo a corto plazo sino también, a largo plazo. Por ello, es muy importante meditar la decisión de la despedida durante un tiempo para no tomar esta decisión por puro impulso como ocurre, por ejemplo, al actuar por despecho. Decir adiós es un gesto de sabiduría cuando esta decisión se toma de una forma serena puesto que el mejor modo de despedirse es desde la gratitud por los momentos compartidos en común y no desde la soberbia.
Hacer balance
Existen situaciones de duda en las que es muy importante hacer balance de la relación. Cuando un vínculo se ha vuelto una carga que pesa como una losa sobre la espalda, entonces, es recomendable marcar un punto y final a esa historia, si ya se han tomado medidas previamente para poder consolidar el amor, sin embargo, no se han obtenido resultados visibles a dicho esfuerzo.
No se trata de tirar la toalla ante el primer obstáculo pero sí de aprender a decir adiós cuando el corazón necesita despedirse para retomar las riendas de la felicidad.