Existen muchas chicas que aseguran que siempre han soñado con vestirse de blanco, una ilusión que descrita de esta forma parece más asociada con la exterioridad que con el lado interno de una boda. Una boda es un día de fiesta y de celebración, por supuesto, pero también es una celebración emocional y espiritual en el caso de decir sí quiero por la iglesia.
El sueño femenino de tener una boda no es universal, es decir, existen chicas que tienen opiniones muy variadas sobre este tema, existen diferentes modelos de vida. Sin embargo, en el caso de aquellas chicas para las que casarse es muy importante, es un sufrimiento tener que renunciar a este deseo por compartir la vida con una persona que no aspira a lo mismo. Algunas personas asocian la boda con la estabilidad, con la formalidad de dar un paso más allá.
Sin embargo, el hecho de dar el sí quiero también se ha relativizado mucho en tanto que cada vez existe mayor número de divorcios y rupturas de pareja. A día de hoy, el lema de que el amor no es eterno parece concretarse en el testimonio real de todos aquellos cuya boda tuvo fecha de caducidad. Una situación que contrasta con la realidad de generaciones anteriores que vivieron toda su vida en común.
Una boda también se ha convertido en una fuente de gastos muy importantes, porque hace falta un desembolso económico notable para poder celebrar este día. Por suerte, en realidad, cada persona es libre de celebrar un evento nupcial en base a sus deseos y a sus posibilidades. Celebrar una boda es una decisión importante porque no es lo mismo tener una ruptura de un noviazgo que romper un matrimonio. La situación se hace más difícil todavía más difícil en caso de que haya hijos en común.