En la vida existen adiós que son temporales y otros que son definitivos. Así sucede en algunas rupturas de pareja en las que se ve imposible mantener una amistad tras el desamor. A veces, es muy idílico eso de afirmar que se debe ser amigos después de la ruptura de pareja, sencillamente, porque en muchas ocasiones para poder avanzar y olvidar se necesita poner tierra de por medio desde un punto de vista emocional. Es decir, se requiere cortar todo tipo de vínculos y de lazos con aquello que te recuerda a la otra persona.
Las despedidas definitivas en cierto modo son tristes porque muestran la pérdida de una parte del pasado que ya no volverá. En cambio, también representan la esperanza de aquello que está por venir y que seguramente será mejor. Lo cierto es que cualquier persona aprende a amar a lo largo de los años, al igual que de las malas experiencias es posible obtener un aprendizaje humano.
Por otra parte, existen despedidas que aunque en un principio parece que serán para siempre, luego pueden cambiar. Así sucede por ejemplo, cuando tras haber superado el desamor sientes curiosidad por saber cómo irá la vida de la otra persona, si estará bien y te gustaría quedar a comer o hacer algún plan sencillo. Sin duda, esta puede ser la prueba de fuego a la hora de comprobar que lo has superado.
La vida da muchas vueltas y nunca se sabe en qué momento puede que vuelvas a encontrarte con alguien que pensabas que no volverías a ver nunca más. En cualquier caso, debes despedirte siempre que tú lo necesites, y en general, para hacer las cosas bien es positivo explicarle a la otra persona tus motivos y razones concretas para que también deje de llamarte y no se ponga en contacto contigo en base a tu decisión.