Sin duda, la madurez es un bien que no se adquiere, simplemente, por el paso de los años. Esta es una de las razones por las que algunas personas que tienen cuarenta años se siguen comportando como si tuvieran veinte. La madurez va acompañada de la reflexión sobre las propias vivencias y de los valores. Tener un buen grado de madurez es fundamental para disfrutar de relaciones sociales plenas y gratificantes no sólo en el amor sino también, en la amistad. Por ello, es importante tener la capacidad de sacrificio muy desarrollada a la hora de entender que es básico poner en práctica la empatía de poder llegar al corazón ajeno.
Dentro de una relación de pareja, es difícil salir con alguien que no tiene comportamientos propios de su edad. Lo bueno es evolucionar y ser mejor persona con el paso de los años. Por ejemplo, existen actitudes de la adolescencia, que por suerte, ya no se dan del mismo modo, a los cincuenta años.
Está claro que a una persona sólo se le conoce conforme pasa el tiempo y compartes tiempo en común. Por tanto, siempre hay que dar una oportunidad. Existen momentos en los que se nota, especialmente, la falta de madurez de un ser humano. Por ejemplo, en la ruptura. Existen personas que tienen la capacidad de romper una relación sin dar una explicación, a través de un mensaje de texto o de un correo electrónico. Si de verdad has apreciado a otra persona, debes tener la capacidad de mirarle a los ojos para hablarle de tus sentimientos y de tus razones para actuar de diferente modo.
Existen algunas actitudes poco éticas que convierten al destinatario de dichas acciones en objeto. Sin embargo, el ser humano tiene dignidad y siempre se merece respeto. Actuar de este modo, es tener un comportamiento maduro.