Muchas personas afrontan con valentía el proceso de duelo tras la muerte de la pareja. Dicho proceso es largo y costoso, sin embargo, conviene precisar que no tiene una duración determinada ya que cada caso es diferente. En primer lugar, lo que más cuesta es aceptar la muerte de la pareja. Una muerte que siempre resulta dolorosa y trágica, pero todavía lo es un poco más, cuando dicho final se produce de una forma inesperada, por ejemplo, en un accidente de tráfico.
Por ello, aquellos que están pasando por un periodo de este tipo deben darse tiempo a sí mismos para adaptarse a la soledad. Y también, para poder reorientar su vida nuevamente con otros hábitos. Por ejemplo, es interesante tener unas rutinas, tener amigos con los que poder salir y hacer planes. Al principio, no apetece nada salir de casa, sin embargo, la única forma de afrontar el dolor es intentar llevar una vida normal cuanto antes.
A lo largo del proceso de duelo es normal que se experimenten diferentes tipos de sentimientos: tristeza, dolor, amargura, rabia, enfado, ira, y poco a poco, llega la aceptación real de los hechos. Finalmente, se produce la recuperación de la alegría. El sentimiento de convicción que surge al creer que la vida merece la pena.
Existe una película que puede ser interesante para reflexionar sobre los sentimientos que experimenta una persona que se queda viuda a una edad temprana: Posdata te quiero. Esa cinta además, ayuda a pensar en que lo único que desea la persona que se marcha es que los que quedan aquí sigan con su vida felices.
La muerte es una realidad inevitable de la vida. Y como es lógico, el amor hacia las personas implica que su ausencia, deja un gran vacío. Pero gracias a la capacidad de superación personal es posible ir más allá de todo obstáculo. Porque además, todos aquellos que se van siguen presentes mientras se les recuerda.