En más de una ocasión, los problemas no son tan grandes como creemos, pero a base de darle vueltas y más vueltas, se convierten en una bola que pesa toneladas. Por ello, conviene parar la mente para aprender a pensar en positivo, y tener menos frustraciones y más esperanza en el camino del amor y de la ilusión. Por ello, una pareja a lo largo de los años debe poner en práctica la capacidad de resolver cada vez mejor las diferencias. Así se evitan distanciamientos innecesarios, rencores y malos gestos.
Por ello, es esencial aprender a simplificar los problemas. ¿Cómo lograr este objetivo? A través del sentido del humor y de la risa. De la capacidad de ver las cosas desde un punto de vista diferente y también, es bueno reposar las cosas. Es decir, no hablar en caliente sino esperar a que la ira haya desaparecido para mantener una conversación pausada. Hablar bajo los efectos de la ira y del rencor puede hacer que digas cosas de las que luego te arrepientas, pero además, lejos de construir confianza así se potencia la desconfianza.
Existen parejas tan destructivas que tienen más tiempo de conflicto que de paz y de calma. En ese caso, está claro que hay una noción del amor totalmente distorsionada de fondo y que además, la esperanza de vivir en armonía con la pareja nos lleva a buscar la paz y la calma, en definitiva, el equilibrio. Existe algo muy positivo en el camino del amor, y es que, se puede aprender a querer mejor cada día.
Por ello, nada como asumir los propios errores para empezar a corregirlos poco a poco. Los cambios no se producen de la noche a la mañana, es decir, se requiere tiempo y mucha fuerza de voluntad para poder ver frutos positivos a largo plazo.