En ocasiones, tras la intensidad de un romance estival, llega la rutina. Y la magia de ese vínculo queda atrás (por decisión de una o ambas partes). A continuación, compartimos seis consejos para olvidar un amor de verano.
1. Concéntrate en la nueva etapa y en los proyectos que llegan
El propio ritmo del mes de septiembre, que representa el comienzo de una etapa significativa, puede darte ocupaciones, distracciones y motivaciones para centrarte en otros asuntos distintos al desamor. Evidentemente, también necesitas encontrar tus momentos para centrarte en tus sentimientos. Pero es aconsejable que tu mundo no gire continuamente en torno al recuerdo de ese amor de verano.
2. Elimina las formas de contacto
Si conservas su número de teléfono, tal vez quieras contactarle. Borra esa información o guárdala en un lugar que no te resulte tan accesible. Tal vez en algún instante puedas retomar el contacto sin la expectativa del enamoramiento. Pero, cuando deseas olvidar a la otra persona, es recomendable que te concentres en ti.
3. Valora los recuerdos bonitos
La interpretación de un amor de verano muestra matices diferentes. Aunque haya llegado el desencanto, antes hubo una ilusión previa. Y esos recuerdos bonitos no tienen por qué borrarse para siempre. Tampoco debes idealizar lo vivido. Simplemente, quédate con lo mejor de esta experiencia.
4. Reencuentros personales
Tras el final de un amor de verano, también puedes concentrarte en la ilusión de los reencuentros personales con amigos o familiares. Este también puede ser un buen momento para conocer a nuevos contactos.
5. Acepta el desenlace sin buscar justificaciones que alimenten la ilusión del reencuentro
El final de la historia de amor es un dato objetivo. Intenta evitar entrar en la dinámica de hacer hipótesis para encontrar motivos que alimenten la ilusión de un reencuentro entre ambos. Acepta lo que ha pasado.
6. Sentido del humor
El final de un amor de verano, en ocasiones, se vive con cierta intensidad y dramatismo. El sentido del humor, alimentado de forma consciente, es clave para relativizar lo ocurrido y potenciar la resiliencia.