Una relación no siempre está basa en la igualdad. Así sucede, por ejemplo, en aquellos casos en los que él o ella tiene complejo de superioridad. En esta situación, se dejará llevar por la soberbia y la vanidad de creer que siempre tiene la razón sin tener en cuenta las necesidades reales del otro porque se cree el centro del mundo. Es muy difícil convivir con alguien que se creer perfecto. Pues bien, también puede darse la situación contraria, es decir, que alguno de los miembros de la pareja sufra complejo de inferioridad, es decir, se compare y se crea menos que el otro: menos guapo, menos inteligente, menos interesante… ¿Imaginas convivir con alguien que se valora tan poco?
Pues bien, estos ejemplos sirven para mostrar que cualquier relación saludable debe estar basada en la igualdad y en la equidad. En el convencimiento absoluto de que nadie es más que nadie. Al revés, una pareja es un trabajo de equipo en el que los dos son igual de importantes.
Además, todas las personas son iguales en base a su dignidad, es decir, merecen el mismo nivel de respeto y de cariño. En caso de que en una pareja haya una persona con complejo de inferioridad lo importante es que la otra haga lo posible por enseñarle a quererse más a sí mismas, ya que a veces, el amor se convierte en la mejor medicina para alimentar la autoestima de aquellos que no se valoran demasiado.
El peor caso de relación sería aquel que está formado por dos personas: una con complejo de superioridad y otra con complejo de inferioridad. En ese caso, lejos de complementarse a la perfección está claro que existe un gran peligro a nivel emocional. A veces, para superar ciertos conflictos emocionales es positivo contar con la ayuda de un psicólogo.