En las películas nos muestran historias que son muy sencillas. Chico conoce a chica, prácticamente, al momento, ambos se dan cuenta que se gustan y tienen su primera cita. Pero… ¿La ficción refleja la realidad? En muy pocos casos. Para empezar, porque en la vida real cada persona tiene su ritmo, pero además, porque la timidez y los miedos afloran al cien por cien cuando te encuentras con una persona que te interesa de verdad.
Por tanto hay que tener mucho cuidado a la hora de no caer en el racionalismo absoluto porque los miedos matan los sentimientos de raíz. Es decir, en caso de tener mucho miedo puedes equivocarte al creer que ya no sientes nada por el otro cuando en realidad es tu propia mente la que no te deja sentir porque el corazón ha quedado desbordado de ideas negativas y de juicios de valor que te llevan a creer que te encuentras ante un imposible. Pues bien, de eso nada. Sólo será imposible si no haces nada porque sea posible. Es decir, si no das muestras de interés y no te demuestras que eres capaz de exponerte al rechazo porque tú eres mucho más fuerte de lo que piensas.
En el amor hay que perseverar y tener motivación para luchar con todas tus fuerzas. La motivación crece dependiendo del grado de amor. Es decir, si simplemente se trata de una atracción física, entonces, no es más que una especie de juego en la que te alegra la tarde encontrarte por casualidad con esa persona que te parece guapa. Sin embargo, si de verdad sientes algo más allá, entonces, tienes curiosidad por conocer al otro y por estar con él.
En el amor también es bueno tomarte un descanso. Es decir, olvidarte por unos días por completo de la otra persona, centrarte en ti y volver después con más ganas para continuar con la historia incierta de la vida.