Implicarte en una historia es muy positivo pero no al punto de dejarte a ti mismo de lado, es decir, de centrar todo tu mundo, tu universo y tu vida en la otra persona. Conviene encontrar el equilibrio entre dar y recibir, de lo contrario, llega un punto en que puedes desgastarte y sentirte frustrado por no haber hecho todo lo que podías haber hecho en tu vida, en tu presente y en otros ámbitos. Es decir, el peligro de implicarte demasiado en una historia es que puedes dejar de lado otras áreas, como por ejemplo, amigos, familia, tu propia autonomía…
La prudencia siempre marca el límite exacto en el amor, pero está claro que este límite no siempre es fácil de ponerlo en práctica. Porque la fuerza que tiene el propio enamoramiento en sus inicios puede cegarte o absorberte toda tu energía a nivel mental. Por otra parte, debes implicarte en una historia, más o menos, dependiendo de la etapa en la que te encuentres.
Por ejemplo, si ya estás inmerso en una relación estable entonces, debes darlo todo. Pero en cambio, cuando todavía no sabes si la otra persona te corresponde, entonces, tienes que protegerte y pensar también en tu bienestar. No se trata de no apostar, sino de hacerlo también, asumiendo los posibles riesgos. En general, las personas aprenden a encontrar este equilibrio, que tal vez, resta un poco de inocencia, a partir de las malas experiencias que se han vivido. Pero tampoco es bueno dejar que las decepciones te quiten la paz interior, ni la esperanza de encontrar al gran amor de tu vida. Porque está claro que si otras personas lo han encontrado, tú también puedes hacerlo. ¿Cómo saber si te estás implicando en exceso en una relación? Cuando sufres sin límites y cuando estás agotado.