En la actualidad, existe una contradicción un tanto preocupante en el amor. Y es que las personas se toman excesivamente en serio el noviazgo y muy poco en serio el matrimonio. De hecho, muchas parejas se separan después de haber estado muchos años de noviazgo. Ser novios implica estar en un proceso de conocimiento, es decir, no has firmado un pacto para compartir tu vida con otra persona. Por ello, debes relajarte y permitirte cambiar de opinión. Es decir, puedes enamorarte de otra persona o simplemente, decidir que estás mejor solo y no te apetece seguir adelante con ese proyecto.
¿En qué se nota el exceso de compromiso? En el hecho de que muchas parejas se comportan como si les fuese la vida en el propio amor. Idealizan en exceso la propia relación y dan una exaltación muy especial a la emoción. En muchos casos, las parejas también reducen toda su vida y su círculo social a ellas mismas. Existe gente que considera que esto es síntoma de enamoramiento y de estar muy bien con alguien. Tarde o temprano, el aburrimiento llama a tu puerta cuando tu tiempo y tu espacio lo absorbe únicamente el amor. Tienes que relajarte, respirar y disfrutar también de tu familia, de tus amigos, tus conocidos y de ti mismo.
Por supuesto, en el noviazgo es importante tener las cosas claras, ser serio y coherente para no herir al otro innecesariamente. Por ejemplo, la infidelidad no tiene justificación. Sin embargo, la ruptura sí que la tiene. Estás en tu derecho de decir adiós en el momento en que consideres oportuno y la otra persona debe tener la madurez de asumirlo más allá de cuáles sean sus sentimientos. Una historia es cosa de dos. Por tanto, el exceso de compromiso es muy bueno en el matrimonio, sin embargo, en el noviazgo, no.