Cómo canalizar la rabia contenida tras la ruptura

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Las emociones y los sentimientos no son positivos o negativos. La rabia es tan importante como cualquier otra vivencia emocional. De hecho, experimentar ira después de una ruptura es saludable puesto que te permite protegerte a nivel psicológico de una historia que no pudo ser. Es decir, por una pura cuestión de supervivencia emocional, la rabia te ayuda a marcar distancia de esa persona. Sin embargo, puede ocurrir que en una situación así reprimas la rabia porque consideras que mostrarla es algo negativo. En ese caso, te censuras a ti mismo. ¿Cómo puedes expresar este malestar interno?
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Puntos positivos de la rabia


Puede parecer una contradicción ya que en cierto modo, el rencor no es positivo, por tanto… ¿Cómo puede tener algo bueno? Pues la realidad es que sí que lo tiene, de hecho, sentir rencor en un momento de desamor te protege del otro y te hace centrarte en ti, es decir, te hace ser más fuerte en tanto que el rencor te invita a alejarte de la otra persona. Seguramente, sin esta sensación sería imposible empezar de cero y olvidar a ese ser especial.

Por otra parte, desde un punto de vista emocional, filósofos como Tomás de Aquino han explicado que la ira es un proceso totalmente natural, de hecho, no es una emoción mala sino que surge tras la sensación de padecer una injusticia que crees que no mereces. Lo cierto es que en el final de una historia de amor puede que te sientas víctima, que creas que has dado más de lo que recibiste o que no merecías el trato que te dio la otra persona… En ese caso, es normal sentir ira y dejar que el sentimiento vaya desapareciendo a lo largo de los meses y también, de los años.
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Controlar la ira en las relaciones de pareja


Después de compartir la vida durante algún tiempo, ya sea en una relación de noviazgo duradero, o casados, la pareja se siente cómoda y da paso, a malos momentos de libertad en los que expresa sus malos momentos casi sin pensárselo. Con la excusa de que estando juntos todo está ya permitido, pueden surgir las peores peleas en una relación de pareja. Si estas peleas se convierten en una constante pueden producir un gran distanciamiento e incluso la ruptura.

Es muy importante analizar por qué ella o él, se siente iracundo o se deja llevar por las malas formas. Habitualmente se molestará por casi nada o criticará constantemente cualquier cosa. Algo muy importante es sincerarse consigo mismo y hablarlo entre ambos. Un mal carácter puede dar lugar a una ira que le hará enfadarse por casi todo.
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Aprender a controlar la ira


La ira, es una emoción muy fuerte en nuestro organismo; son una serie de sensaciones que nos llevan al descontrol e incluso a no pensar y actuar impulsivamente, hasta llegar a desconocernos a nosotros mismos por nuestras propias acciones.

Es una respuesta agresiva que vamos aprendiendo de nuestro medio, y que observamos que tienen ciertos resultados en nuestro entorno. En muchos casos durante nuestra infancia hemos aprendido que es la forma de conseguir lo que queremos.

Esto puede ocasionar serios problemas en la calidad de vida, por lo que es necesario tener en cuenta estos consejos para suprimir o reducir la ira:

Analiza las causas del enojo: Emociones como el miedo, estrés, etc, son sustitutos de la ira, por eso hay que cuestionarse qué es lo que provoca el enojo.

Comprende a tu pareja: debes encontrar qué es lo que motiva el desacuerdo para evitar que nazca una discusión.

Integra el respeto y la prudencia: Antes de decir un comentario hiriente piensa en cuál sería tu reacción al recibirlo.

Identificar las reacciones del cuerpo: Si existen dificultades para respirar, pulso acelerado, etc; es señal de que hay que calmarse.

– Trata de detener tu pensamiento negativo: Sustituye sentimientos y pensamientos negativos por otros positivos para evitar sentirte controlado por la situación.

Cambiar de entorno: Salir a caminar, escuchar música, incluso recurrir al humor pueden ayudar a controlar el enojo.

No olvidéis que la ira es una respuesta aprendida que se ha instaurado tan profundamente en cada uno de nosotros, que casi creemos que «así somos». Pero en realidad podemos aprender formas de controlarnos, de actuar distinto y de ganar y obtener el respeto y admiración de quienes nos rodean.