Sin duda, hay un arte que muchas personas ponen en práctica, especialmente, en un momento de desamor: el de amargarse la vida. El de sentir que no son lo suficientemente valiosas, que han sido culpables de aquello que les ha pasado, que nunca conocerán el amor… Mil pensamientos de este tipo que lejos de generar bienestar lo que hacen es que te sientas pequeño y diminuto. Además, tienden a compararse con los demás, con aquellos que ya han conocido a su media naranja… La realidad es que desde fuera todo parece perfecto pero tal vez, si estuvieras dentro de una historia, nada te parecería tan bonito.
El arte de amargarse la vida no sólo es propio de personas solteras sino también de personas que están en pareja y se cuestionan constantemente el estado de su relación. No saben si la otra persona es la más adecuada para compartir su vida, dudan de los sentimientos, tienen celos y desconfianza… En este caso, cuando se adopta este rol es como vivir con el enemigo en casa.
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