Hay veces, en las que en medio de la esperanza que reporta el amor, algunas personas pueden llegar incluso a mendigar el cariño de otras. No se trata de mendigar de una forma abierta sino metafórica. Es decir, puede que alguien esté allí siempre para la otra persona, mientras que la otra persona, juega con los sentimientos ajenos como si fuese muy divertido.
Un pasatiempo que a largo plazo causa problemas de autoestima, inseguridad y miedo. Sencillamente, porque aquel que ha apostado de verdad termina quemándose no sólo por ser víctima de la inmadura voluntad del otro sino que también, es responsabilidad de uno mismo, no haber visto las cosas a tiempo. Y es que, en el amor hay que ser realmente observador.
Tener la capacidad necesaria para analizar los detalles y no perder de vista que las personas no siempre son como aparentan. Es decir, hay que hacer un esfuerzo por ir más allá. Hacer preguntas, observar los hechos, ser objetivo en dicho análisis, y simplemente, dar tiempo al tiempo. Y es que, al final, no existe forma más sabia de hacer balance que la de dejar que pasen los meses.
En el amor, no te conformes con nada. Al revés, cuando estés inmerso en una situación destructiva o poco gratificante (el enganche psicológico) lo que debes hacer es alejarte para poder liberarte de verdad. Y seguir con tu vida. Cuando te liberas te sientes mucho mejor contigo mismo. Por tanto, es mejor tener menos miedo a la soledad, de lo contrario, puedes terminar enganchado a situaciones que causan dolor y apatía porque por momentos crees que tienes alguna posibilidad con la otra persona y en otros muchos momentos, sientes que no tienes ninguna. Al revés, a veces, puede que incluso sientas que te utiliza según le conviene.