La ira surge en un momento de dolor. De hecho, se trata de un sentimiento excelente para recuperar el equilibrio interior y volver a sonreír después del sufrimiento de una ruptura. Pero la ira tiene que canalizarse y encauzarse poco a poco hacia un fin constructivo. Es decir, ese enfado inicial es adecuado porque te ayuda a protegerte. Por esta razón, una de las medidas que se suele adoptar después del adiós es la de marcar distancia con la otra persona.
Puedes eliminarle de tus contactos en Facebook, borrar su número de teléfono de tu agenda, los mensajes de texto de tu teléfono móvil… Así te será más fácil olvidar, pero no es algo que se deba hacer por normal general. Es decir, existen personas que no quieren borrar los recuerdos. Además, esos recuerdos que hoy, duelen un poco, en el futuro son bonitos de tener y de recordar.
La ira es un sentimiento que tiene diferentes grados. Su fuerza depende, en parte, del dolor que lo causó. Para curar el dolor, céntrate únicamente, en ti y olvídate de todo lo demás. Permítete ser egoísta por un tiempo y darte prioridad absoluta. Deja que aquellos que te quieren, te cuiden un poco más y se preocupen por ti. Haz planes, busca lugares en los que te sientes tranquilo, evita acudir a esos sitios en los que sabes que tienes opciones de encontrarte con tu ex. El mundo es muy grande, por tanto, busca espacios para ti. Se trata de olvidar y es difícil hacerlo cuando vives pegado a lo que pudo ser y no fue. Escribe todo lo que necesites. Descarga tu ira sobre el papel, expresa tus sentimientos y tu enfado. Es una excelente forma de desahogarte y además, sin herir a nadie. La escritura es terapéutica y te permite conocerte mejor a ti mismo.