Un divorcio marca un cambio significativo en el vínculo entre dos personas. Los protagonistas pueden observar este punto de inflexión como un final definitivo. Pero existe otra forma de interpretar este ciclo: tal vez sea un nuevo comienzo. Es necesario vivir un periodo de transición para que esta evolución hacia la amistad sea posible en algún momento.
1. Ajusta tus expectativas
Es importante contruir este vínculo sin poner en él expectativas propias de una amistad en la que no ha existido un matrimonio. Es decir, quizá esa persona no se convierta en tu confidente cuando vuelvas a enamorarte, pero sí pueda ser alguien que esté ahí para ayudarte en algunas situaciones. Una relación amable y cordial puede ser muy positiva, aunque el vínculo no sea tan íntimo.
2. ¿Cómo quieres recordar esta relación en el futuro?
Las decisiones que tomas ahora tienen más influencia de la que imaginas en tu futuro. El desamor de la ruptura será temporal. Sin embargo, cuando el desamor se convierte en una razón para alimentar el resentimiento, el ser humano muestra su peor versión.
¿Cómo te gustaría recordarte a ti mismo cuando este periodo quede atrás? La probabilidad de transformar el amor en amistad aumenta cuando el comportamiento de ambos se basa en el respeto hacia la historia vivida en común.
3. ¿Qué te une a esa persona?
Un divorcio no siempre implica dejar de tener cualquier aspecto en común con el otro. Existen personas que comparten un mismo círculo de amigos o parejas que formaron una familia. Además, también puede ocurrir que los protagonistas de esta historia vivan en el mismo lugar y se encuentren con frecuencia por la calle. Más allá de todos estos factores, siempre habrá algo que te unirá a esa persona: el recuerdo de la historia vivida en común.
Cuando el divorcio se produce en el contexto de una relación que fue feliz, es posible evolucionar hacia la amistad si ambos quieren ser amigos.