Uno de los cambios más importantes en la relación de pareja es aquel que se produce tras la llegada del primer hijo. En ese momento, los protagonistas ya no solo viven el rol de ser compañeros sentimentales, sino también, padres. ¿Qué efectos se producen?
Diferentes puntos de vista
Cada persona ha recibido un tipo de educación diferente. Incluso aunque los valores hayan sido similares, cada uno ha aprendido unas rutinas a partir del mensaje que recibió en su casa cuando era niño. Estas diferencias también se hacen visibles en la manera de educar a los hijos. Por esta razón, es importante ceder, negociar y establecer unas directrices comunes.
El bebé centra el protagonismo
Cuidar la relación de pareja siempre es importante. Sin embargo, cuando una pareja se encuentra en ese momento en el que la atención la centra el bebé en el cuidado de las rutinas esenciales, entonces, tiene muy poco tiempo para mantener otras conversaciones que no giren en torno al niño. A ello se suma también el cansancio acumulado por la alteración de horarios.
Cambios sociales
Durante la primera etapa, es muy posible que los cambios también lleguen al plano de las relaciones personales. Puede ocurrir que la pareja tenga menos disponibilidad para quedar con los amigos al estar inmersos en un proceso de adaptación al cambio tan significativo.
Estrés
Desde la falta de experiencia, el llanto del niño se convierte en un motivo de preocupación habitual para padres y madres que se preguntan qué le puede ocurrir al niño. Las dudas y la inseguridad producen un estrés que afecta a la propia relación de pareja. Es el estrés de las nuevas responsabilidades que se suman a las que ya tenía la pareja antes de esta nueva etapa.
Cada pareja vive su propio proceso vital tras la paternidad. Sin embargo, este proceso siempre se traduce en cambios importantes.