Un divocio nunca es una experiencia sencilla. Supone una ruptura de expectativas respecto del plan de vida previsto a partir de la boda. Lo más recomendable después del adiós es el propio cuidado personal. ¿Cómo lograr este bienestar?
Apoyos externos
La persona que está pasando por una situación de este tipo necesita retomar con una mayor intensidad ciertos lazos de amistad. Sencillamente, demanda la compañía y la escucha de un entorno que con su presencia minimiza el impacto psicológico que la soledad sentimental genera en el protagonista. Por tanto, busca el contacto con quienes deseas compartir tu intimidad de este momento.
Nuevos hábitos
Algunas de tus rutinas de antes pueden cambiar. Por ello, necesitas construir un nuevo espacio definido por tus propias costumbres en relación con las actividades y los horarios. Esta rutina te ofrece un orden en un momento en el que tu estado de ánimo puede llevarte al caos de actuar según el apetecer del momento.
Apoyo psicológico
No siempre es necesario, pero en algunos casos, el protagonista sí lo demanda a nivel interno. Lo importante de pedir ayuda psicológica en el caso de observar algunos síntomas de malestar recurrente que se prolongan de forma intensa durante un plazo superior a quince días, es evitar que esos gestos se cronifiquen en el ánimo del paciente. La tristeza de un divorcio y la depresión son dos términos distintos.
Deporte
Una disciplina deportiva que te guste te ayudará a desconectar. A través del ejercicio físico puedes canalizar la energía negativa de la decepción, el estrés, el miedo y la incertidumbre de futuro.
Establece nuevas metas a corto plazo
Uno de los riesgos del divorcio es que la persona puede quedar enredada en pensamientos del pasado. Una forma de poner fin a ese bucle psicológico es dirigir la atención a metas muy concretas durante este mes o el próximo trimestre.