San Valentín se convierte en la campaña de romanticismo perfecta a través de la que muchos centros comerciales incrementan sus ventas gracias a la compra de regalos. Sin embargo, el romanticismo del Día de los Enamorados muere por completo al compás de los cinco siguientes comportamientos. Uno de ellos es el de la queja frecuente en aquellas personas que se niegan a celebrar este día por considerarlo uno más en el calendario pero no tienen en cuenta si a su pareja si les hace ilusión festejarlo.
Hablar de trabajo en la cita
Algunas personas están tan inmersas en compromisos profesionales que incluso, tienden a centrar la conversación durante las citas de San Valentín en temas de trabajo que hacen sentir invisible a la pareja. Del mismo modo, mirar constantemente el reloj durante la velada o atender el teléfono móvil es una muestra de desinterés que rompe la química del momento.
Rechazar cualquier plan
Cuando uno de los dos propone con ilusión ideas de ocio para celebrar el Día de los Enamorados pero el otro rechaza una y otra idea sin proponer alternativas. La felicidad por un plan comienza incluso antes de disfrutarlo cuando ambos imaginan alguna actividad diferente a la habitual. Por ello, una actitud que mata el romanticismo es etiquetar como aburrido cualquier plan que la pareja plantea con ilusión.
Confundir el romanticismo con la cursilería
Un sentimentalismo desorbitado puede resultar cursi para muchas personas, especialmente, para quienes no les gusta mucho celebrar San Valentín o las excesivas demostraciones de amor.
Olvidar San Valentín
Muchas personas no dan ninguna importancia a que su pareja olvide fechas señaladas. Las más románticas en cambio, tienden a disgustarse ante este tipo de despistes ya que ellas han pensado con tiempo en cómo querían sorprender a su pareja durante el 14 de febrero.