En una ruptura de pareja sufren las dos partes, pero no en la misma forma ni en la misma intensidad. Por norma general, es el abandonado quien tiene que hacer frente a un montón de preguntas en su interior que le atormentan y le roban la paz de este instante. Lo peor de todo es que en medio de tantas preguntas, el abandonado tiene la sensación de no tener respuesta a ninguna de ellas porque en medio de una ruptura, no siempre se dicen las cosas tal y como son. Y además, las respuestas no satisfacen las necesidades emocionales de aquel que quiere continuar con una relación, mientras que el otro, quiere todo lo contrario.
No busques respuestas
Los seres humanos, en nuestra parte racional, necesitamos comprender la realidad. Poder tener respuestas a interrogantes importantes. Sin embargo, la vida te habrá enseñado en más de una ocasión que es fundamental seguir caminando hacia adelante a pesar de no contar con esas respuestas que te encantaría tener en tu interior. Y al final, descubres que lo importante es que te quedes con tu propia interpretación de ciertos hechos y con tu propia lectura.
Así sucede, por ejemplo, cuando una persona te deja de un día para otro, cuando pasa de decirte que te quiere a contarte que ya no es feliz contigo. La angustia la viven en su forma más extrema, las personas que son abandonadas días antes de la boda y no entienden la situación.
El rol del abandonado
El rol de abandonado se equipara, de normal, con el de la víctima que sufre. Sin embargo, merece la pena dar un giro a este concepto para entender que en realidad, el abandonado no es ninguna víctima en tanto que lo mejor que le podía pasar es que la otra persona le haya dicho la verdad. El amor no es estar con alguien por pena, lástima o condescendencia.
El abandonado se merece encontrar a alguien que le quiera de verdad tal y como merece. Aunque eso suponga hacer frente al trago amargo del “ya no me interesas”. Nadie dijo que encontrar el verdadero amor, fuese un camino de rosas.