El amor es algo bueno, positivo y vital en la vida. Entonces… ¿De qué protegerte? De un concepto insano del amor, de un sentimiento no correspondido, de personas manipuladoras o de todo aquel que no te trata tal y como mereces: con respeto. El hecho de no protegerte, de creer que todo el mundo es bueno, puede llevarte a sufrir mucho. Es importante cuidar de uno mismo, de hecho, se trata de algo que poco a poco se aprende con la madurez.
En la adolescencia, es habitual dar más importancia al otro que a uno mismo, sin embargo, debes nutrir tu “yo interior” con pensamientos positivos, ilusiones, alegría y mucha fuerza. Así te sentirás bien más allá de tener o no pareja. Pero además, te sentirás tan bien que no caerás rendido a los encantos de cualquier persona que se acerque a ti, sino simplemente, de esa persona que te haga bien, aporte algo positivo en tu vida y merezca la pena.
Es al principio de una relación cuando muchas veces, se está a tiempo de escapar de un final tormentoso. La verdad es que por pura cabezonería, a veces, alguien se puede empeñar en que algo salga bien. Sin embargo, a veces, las cosas se notan y se palpan desde un principio. En otras ocasiones, no. Por ello, es mejor estar atento.
Protégete porque debes quererte a ti mismo, darte amor, tener confianza en que la vida merece la pena y en que te esperan muchas cosas buenas en tu destino. La protección no implica ir a la defensiva por el mundo, pero sí con la suficiente prudencia como para saber en quién puedes confiar y en quién no. Por supuesto, dando tiempo a los demás para que puedan mostrarte cómo son. Conviene no llevar esta protección al punto extremo de no volver a confiar en alguien después de un desamor.