El problema del dolor es que a veces, se enquista. Es como un árbol que echa raíces por debajo de la tierra. En este caso, las raíces crecen alrededor del corazón y de la mente en forma de emociones poco agradables: miedo, desconfianza, tristeza, sufrimiento, apatía, agobio, incomprensión… ¿Qué hacer para poder superar el dolor? En primer lugar, aceptarlo. Saber que las cosas fueron de un modo determinado y que ya no se pueden cambiar.
Aunque te gustaría hacerlo, aunque crees que has sido víctima de una situación injusta o aunque piensas que hubieses merecido un final mejor. La vida es así, no siempre las relaciones interpersonales se rigen por los criterios de la justicia. En más de una ocasión, puede que vivas una historia en la que te has sentido utilizado por la otra persona. En ese caso, lo único que te queda es aprender para el futuro y tener los ojos más abiertos la próxima ocasión.
El dolor sólo se acepta de verdad cuando se supera. Sólo cuando te reconcilias con tu historia desde todos los puntos de vista y asumes que es tuya, sólo entonces, podrás sentir poco a poco la libertad de vivir el presente y de estar en el lugar en el que quieres estar. Tal vez, te falta el amor, sin embargo, te sientes mucho mejor que cuando estabas enganchado a una historia poco positiva que en realidad no te condujo a ninguna parte.
El dolor se extiende, especialmente, por el alma. Sin embargo, debes aprender a controlarlo para no dejar que dicha emoción pueda contigo. Tienes que aprender a controlarla, habla de ella con alguien de confianza. Y no te sientas culpable por nada de lo que haya pasado, especialmente, si sabes que tú no hiciste nada malo. Al revés, siéntete bien y tranquilo con tu conciencia.