No importa lo grande que sea el amor, hay veces en las que las parejas no son capaces de ponerse de acuerdo. A veces, las decisiones más tontas son las que más problemas traen a una pareja. Sea cual sea el motivo, cualquiera de los dos puede quedar como un auténtico egoísta. Ante un problema de decisión, debes mostrarte tranquilo y aportar tus argumentos de manera razonable.
Si tú y tu pareja os encontráis ante un callejón sin salida, lo primero que debes hacer es decidir lo verdaderamente importante que es la decisión que vais a tomar. Está claro que no es igual decidir el color de un coche que queréis compara, que decidir si queréis iros a vivir juntos ¿no crees? Si después de analizar la situación, ves que la decisión no es tan importante, cede y deja que tu pareja sea la que tenga la última palabra.
Por otro lado, si finalmente crees que la decisión es mejor la tuya háblalo con tu pareja e insiste de manera razonable en el “porqué”. Es importante involucrarse en las decisiones que se toman en pareja pero, recuerda que tampoco es una batalla que haya que ganar a un contrincante. Cuando quieras tomar la decisión final, asegúrate de tener un argumento realmente sólido.
Un abogado no se presenta en un tribunal sin haber hecho una investigación, por lo tanto, tú no deberás aparecer en un debate de este tipo con las manos vacías. Debes ser capaz de mostrarle a tu pareja que esa decisión será beneficiosa para los dos, no solo para ti.