Utilizamos mucho, tal vez, demasiado, el término culpable para hablar de quién es el que ha hecho un daño mayor como consecuencia de una rutpura. Sinceramente, es adecuado cambiar la culpabilidad por la responsabilidad. ¿Quién es el responsable, en último término, de un desamor? Por mucho que te gustaría escuchar que en un final sólo existe una persona implicada, la realidad es que una historia de dos implica errores compartidos. Es decir, si quieres hacer un balance en positivo lo mejor es que analices en qué pudiste fallar tú para no volver a caer en los mismos errores en el futuro.
A veces, el final de una historia de amor es inevitable pero sencillamente, nos cuesta mucho entenderlo porque el amor, en su origen, tiene vocación de eternidad. Recuerda cómo te sentías durante los primeros meses o días de enamorarte. Pensabas que esa sería la persona con la que compartirías el resto de tu vida. Pero la realidad es que existen noviazgos que llegan a su fin y también matrimonios. De hecho, los casos de divorcio aumentan de forma alarmante.
Seguir enganchado a la rueda de la culpabilidad no hace crecer a nadie a nivel emocional. Por otra parte, en una ruptura es bueno entender que cada uno tiene su visión de la historia y de forma paradójica, es sorprendente cómo a veces, dos puntos de vista pueden ser tan contrarios. La subjetividad a veces, nos aleja y en otras nos acerca a los demás.
Merece la pena aprender a vivir el amor en contacto con la esperanza. El final de una historia indica que te encuentras más cerca de encontrar a tu verdadero amor porque se aprende a querer mejor también, a base de errores y fracasos que dejan una herida en el corazón. En el final de una ruptura no existen culpables sino personas heridas por ambas partes.