Quererse uno mismo para querer a la pareja


Las intenciones de amar a la pareja han de materializarse cuanto antes y esto es un camino fácil de atravesar si previamente uno se quiere a sí mismo.

El primer paso es hallar la felicidad en tu interior para posteriormente proyectarla en el prójimo. Por lo tanto, debes prestar atención a tus ilusiones y necesidades. Se trata de encontrar un habitáculo de autosatisfacción. Otra cuestión importante es saber decir que “no” cuando realmente estamos en desacuerdo con determinadas cosas. Si no estás acostumbrado a hacerlo tendrás que entrar en una dinámica práctica para hallar el correspondiente grado de autoafirmación. El hecho de justificarte continuamente demuestra que no estás convencido de tu derecho a decir que “no”… Es como si no fueras dueño de ti mismo.

El segundo paso es asegurarse de que te liberas del todo de los sentimientos de miedo, culpa y vergüenza. Con la sensación de culpabilidad anclada en tu ser, jamás potenciarás los instrumentos que te conducen a amar a los demás.

Una vez conseguidos los pasos anteriormente mencionados, cuentas con los cimientos para que la relación entre tú y tu pareja brille con fuerza. La comunicación será más fluida, además de saber escuchar con mayor atención las necesidades del otro. También aprenderás a ponerte en su lugar con facilidad. Por otro lado, sin caer en el daño físico o emocional hay que practicar la libertad y esto se logra con tolerancia. Una cuestión que puede alejarte de tu amorcito es controlarle, querer estar siempre con él o prohibirle hacer ciertas cosas, sencillamente por tu inseguridad.

Se percibe que la pareja ha alcanzado la madurez conveniente cuando cada uno vive sin ser la sombra del otro, así cada uno se desarrolla individualmente eliminando los puntos de dependencia absoluta. Por último, el factor confianza mutua es un claro indicativo de que la pareja crece y lucha ante las dificultades que se puedan presentar.

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