Tres creencias irracionales sobre las bodas

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El momento del sí quiero es uno de los más esperados por muchas parejas. Sin embargo, este momento vital también puede verse condicionado por el efecto negativo de creencias irracionales que distorsionan la realidad del amor. ¿Cuáles son esas tres ideas?

La boda es mucho más que romanticismo

Si tomas la decisión de casarte, principalmente, por el deseo de dar rienda suelta al romanticismo, es mejor que suspendas la boda. El sí quiero también es un acto racional dadas las consecuencias que este compromiso tiene en tu futuro. Una boda puede tener muchos momentos románticos, sin embargo, la esencia de este compromiso no se reduce a este ingrediente.

La boda no es el final sino el inicio

La boda no es el final del cuento del noviazgo, sino el inicio de una etapa mucho más compleja. La rutina, la convivencia, las discusiones por la organización de las labores domésticas y la conciliación de trabajo y vida personal hacen que una relación pueda resultar especialmente compleja.

Si observas tu boda como el broche perfecto, pierdes la perspectiva más importante: aquello que llega justo después de la boda. Un camino potencial en el que ambos vais a evolucionar como personas. La evolución de ambos después de la boda no siempre es paralela.

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La boda más cara no es la más feliz

Algunas bodas alcanzan un presupuesto desorbitado, como si el brillo del día fuese sinónimo de felicidad. Cuando en realidad, una boda íntima y sencilla puede ser igualmente emocional y especial para los protagonistas. Es importante no confundir el amor nupcial con el materialismo. No priorizar la apariencia por delante de lo más importante: el amor.

Estas son las tres creencias irracionales que conviene desterrar de la mente para vivir una boda consciente y tomar la decisión desde el realismo y no desde la idealidad de una película.

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