¿Dónde van a parar los sueños que se rompen? A algún rincón del alma dejando una huella de decepción, desencanto, rabia y dolor. No es positivo dejar de soñar pero a veces, las malas experiencias, los amores rotos o las amistades que quedaron a mitad de camino te hacen sentir tan vulnerable que prefieres dejar de soñar antes que arriesgarte a sufrir de nuevo.
Es decir, antes que apostar por la confianza en los demás. Existen épocas de la vida en las que todo se ve de un color gris muy oscuro. Y parece que tienen que pasar siglos hasta que la luz del sol vuelva a brillar. Cuando se habla de amor es mejor ser realista, es decir, no caer en utopías ni en historias idílicas.
Sin embargo, también conviene pensar en positivo, creer que todo puede cambiar en el momento más inesperado y que la vida es más bonita en la medida en que se sueña y se tiene fe en el destino y en uno mismo. Por otro lado, más allá de que haya un aspecto de la vida en el que las cosas no sean como uno desea, entonces, eso no significa que el sujeto se encuentre ante un fracaso general y global en su vida.
Existen muchos ámbitos, aspectos y matices que conviene analizar y visualizar con serenidad. De lo contrario, la autoestima puede caer hasta el suelo. No dejes que tus sueños mueran. Arriésgate a mantener vivo dentro de ti ese niño que te ayuda a ir más allá de lo evidente. La vida es una lucha constante pero de vez en cuando también conviene descansar. Para ello, nada como refugiarte en la esperanza que te dan tus deseos y metas de futuro. Mucha suerte y que seas feliz.