Existe una sensación habitual y muy real en el amor: sentir mariposas en el estómago, un revuelo de nervios y un nudo en la garganta que surge sin que te des cuenta, no lo controlas. De hecho, cuanto más intentas reprimir esa emoción, peor te sientes luego porque el amor necesita libertad para crecer y para volar.
Las mariposas en el estómago son también una bonita metáfora del amor, un recurso recurrente en textos románticos porque con el tiempo, esa sensación de novedad de los inicios muere. Resultaría todo un milagro que alguien que lleva veinticinco años de matrimonio con su pareja, confiese tener los mismos nervios del inicio. En esa etapa, a pesar de no sentir mariposas, lo propio es que el amor sea más profundo y más real.
La ilusión del primer momento
La ilusión del primer momento es mágica. Renuva por completo la vida de esa persona y su óptica de las cosas. En realidad, uno de los mejores antídotos para superar una mala racha es enamorarte de nuevo. Pero está claro que esto no se fuerza y que dependiendo de cómo evolucione la historia, lo que puede suceder en realidad, es que todo se trunque todavía más si la relación no prospera. Pero en esencia, el valor de esa primera ilusión es importante incluso, aunque no vaya a más. Poder vivir ese sentimiento que rejuvenece el corazón y te da vitalidad, ya es un regalo inesperado.
Existen personas que se sorprendente porque habían cerrado la puerta por completo al amor, y sin embargo, se encontraron con alguien que no les dejó indiferentes.
Deja crecer la ilusión
Deja crecer la ilusión. Intenta matarla únicamente en el caso de haberte enamorado de una persona que no te conviene y que te va a dar más tristezas que alegrías. Salvo en ese caso, deja crecer la ilusión, vive el momento, no te adelantes a lo que pueda pasar mañana y sé feliz.