El amor es una cosa y la obsesión otra muy diferente pese a que algunas personas se comportan como si obsesionarse con alguien fuese quererle hasta el infinito. La realidad es que no es bueno que te obsesiones con nada, es decir, no sólo en el amor sino tampoco en relación con el plano laboral u otros ámbitos de la vida. Es mejor apostar por la naturalidad de vivir desde la calma, dejando que las cosas surjan en un contexto de paz interior.
Y es que, si algo pierde una persona que se obsesiona en el amor es el equilibrio interno, la paz, la serenidad y la perspectiva para ver la realidad tal y como es. Nunca te comportes como si todo tu mundo dependiera de otra persona porque no es así. Aunque creas que será imposible, tienes fuerza dentro de ti para hacer frente al rechazo, al abandono y al desamor. Por ello, siempre debes quererte antes a ti mismo para poder estar bien junto a otra persona.
Una obsesión te impide disfrutar de tu día a día. No dejas de pensar en cómo puedes conquistar a la persona que te gusta hasta el extremo de que piensas que todo depende de tu voluntad (y no es así). Si de verdad aspiras a un amor real, deja que el otro también haga cosas por acercarse a ti. No se lo des todo hecho porque tú también tienes un valor importante.
Por otro lado, la obsesión también produce cambios bruscos de humor. Pasas de la esperanza al llanto más absoluto en cuestión de un instante. Sufres porque no eres capaz de ver la vida en toda su amplitud porque has focalizado tu mirada en un único tema. Algunas personas que han vivido una obsesión, cuando la han superado, puede que incluso no lleguen a entender porque pudieron estar tan ciegas en el pasado.
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