Detrás de la frase “quiérete para poder amar”, existe un juego de palabras que refleja algo fundamental desde un punto de vista humano y metafísico: nadie puede dar lo que no tiene, es decir, nadie puede dar cariño sincero y real a los demás, si esa persona no se respeta de verdad a sí misma. Por ello, cultivar el amor por ti, no es una fuente de egoísmo sino de salud y de bienestar que debes poner en práctica en tu rutina diaria.
El amor implica autoestima, libertad, conocimiento, sabiduría… Por ello, en la medida en que eres más consciente de tu propio valor también tienes más ganas de compartirte con los demás, de dejarte conocer, te hace ilusión hacer amigos nuevos, eres consciente de que las personas son una oportunidad de crecimiento en tu propia vida…
Por otra parte, dentro de la intimidad más profunda de una relación de pareja, nadie puede amar y estar bien junto al otro, si no sabe disfrutar de su soledad. En el seno de una relación de pareja salen a flote las mayores fortalezas pero también, las mayores debilidades, inseguridad y complejos. Una forma de inseguridad relativamente frecuente en algunas parejas son los celos. Y también, la falta de confianza mutua o la rivalidad profesional.
El ser humano no sólo se relaciona con los demás en muchos ámbitos de la vida, por ejemplo, en el trabajo, o en sus círculos sociales. Sino que también se relaciona consigo mismo a través del pensamiento. Por ello, aprende a ser tu mejor amigo, cuida de ti, disfruta de tu propia compañía. Para lograrlo, realiza planes también en soledad, por ejemplo, ir al cine a ver esa película que tanto te gusta. Desde una buena autoestima es mucho más fácil alcanzar el éxito en una relación de pareja.