Existe un hecho contradictorio. Si el amor siempre suma, ¿por qué hay tantas parejas infelices que no rompen su relación? Muchos matrimonios están estancados en una situación de insatisfacción vital en la que, cada uno hace su vida de una forma independiente respecto del otro. Amar es compartir pero el individualismo también puede llevarse al extremo incluso viviendo en el mismo techo. Si la felicidad es ese motor que todos llevamos dentro, ¿por qué tantas parejas no valoran su tiempo lo suficiente para afianzar su vida en decisiones de alegría? En Son Pareja, hoy, reflexionamos sobre esta cuestión.
Estar acomodado en la zona de confort
Una persona puede ser infeliz, pero sentirse relativamente cómoda en su zona de confort. No vive su ideal de vida pero se siente relativamente seguro en una rutina previsible que ya conoce de memoria y le produce cierto vértigo abrir la puerta hacia lo desconocido. Evidentemente, una ruptura de pareja implica tomar muchas decisiones, especialmente, si se tienen hijos en común o también, si hay que distribuir el patrimonio entre los dos. Las decisiones también cuestan cada vez más si ambos ya han superado los 50 años. Algunas personas de esta edad observan la realidad con una especie de sentimiento trágico de la vida.
Miedo a aceptar la realidad
A veces, no existe un autoengaño consciente sino un temor a aceptar la realidad en toda su crudeza. Muchas parejas infelices no rompen su relación porque les asusta aquello que van a perder con el adiós. Por ejemplo, la compañía. Dependiendo de la causa de la infelicidad, muchas personas no rompen porque están enamoradas y aunque ya no sean correspondidas en términos de amor de pareja, prefieren seguir ahí en el mismo punto, con una fe incondicional en la posibilidad de un cambio a mejor. Tomar decisiones de este tipo es muy difícil pero la infelicidad afecta incluso a tu salud.