El amor es algo que se da libremente, de hecho, el sentimiento empieza a surgir de una forma totalmente natural más allá de toda racionalidad y de toda lógica. Es bonito comprobar que el sentimiento empieza a crecer de forma más o menos equitativa por ambas partes. Sin embargo, no siempre sucede así. Y a veces, la realidad es que se puede comter el error de mal interpretar los sentimientos del otro. Así sucede, por ejemplo, cuando un amigo se enamora de otro. O también, cuando simplemente, tú te fijas en alguien que no se ha fijado en ti.
Existe una situación bastante habitual en algunas personas y es la de el autoengaño. En el momento en que saben que no son correspondidas se conforman, es decir, aspiran a ser amigas de la persona a la que quieren. Detrás de esta actitud existe la falsa esperanza de que los sentimientos del otro cambien y así, poder lograr el objetivo tan noble del amor correspondido. Sin embargo, cuando quieres a alguien como pareja y te dice que sólo te quiere como amigo, lo cierto es que debes mirar por ti y protegerte porque vas a sufrir mucho, por ejemplo, cuando veas que la otra persona se ha enamorado de alguien que no eres tú.
Evidentemente, esta situación va a ser temporal. Es decir, en el momento en que pase un tiempo seguro que puedes ver a esa persona con cierta distancia emocional y ahí ya te será más constructivo retomar el contacto con ella. Por ello, siempre es bueno no cerrar puertas del todo ni siquiera a la amistad ya que tal vez en algún momento te parezca imposible que puedas ser amigo de la otra persona, sin embargo, con el paso del tiempo y cuando tus sentimientos cambien, puede que le eches de menos y vuelvas a llamarle.
No supliques el amor de nadie, sencillamente, porque nadie tiene derecho de mandar en el corazón ajeno. Tu oportunidad de amar de verdad llegará a en algún momento cuando la persona adecuada se cruce en tu camino. Valórate a ti mismo, y alguien también sabrá hacerlo.