La trampa del eterno seductor


Está claro que cada persona tiene su modo de ser y su carácter. Mucho se ha dicho y se ha escrito sobre el eterno seductor, definiendo a esa persona que necesita sentirse admirada por los demás y atractiva. Por ello, intenta llamar la atención de alguien del sexo contrario de forma constante, seducir, aunque detrás de ese proceso de seducción puede que ni siquiera exista un interés real por mantener una relación de amor.

De hecho, existen personas que aunque tengan un compromiso siguen teniendo la necesidad emocional de probarse a sí mismas y de medir su nivel de atractivo. Pues bien, la trampa del eterno seductor reside precisamente en que muchas veces, más allá de las palabras bonitas, las miradas y los gestos que pueden llevarte a sentirte especial, la realidad es que no existe nada más que el vacío de sentimientos. Detrás del eterno seductor sólo existe ego, es decir, enamoramiento de uno mismo a nivel desmedido.

De hecho, a veces, hay personas que en el juego de la seducción no centran su atención en un único objetivo sino que tontean con varias personas al mismo tiempo. En ese caso, cuando eso sucede, está claro que no se puede decir que una de esas personas sea especial. Sencillamente, porque cuando alguien es especial para ti te olvidas del resto del mundo y te centras en ella.

Es importante que no caigas en la trampa del eterno seductor o terminarás sufriendo. Sencillamente, porque tarde o temprano querrás más de lo que te da. O también, porque una vez que el seductor ya ha conquistado a una persona pierde el interés y busca la novedad de una nueva conquista. Te invito a leer un libro súper interesante: Diario de un seductor escrito por Kierkegaard. Seducir es un arte, pero la verdadera seducción es aquella en la que también existe amor y respeto hacia el otro.

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