Una pareja es un equipo formado por dos personas que comparten un proyecto común. Es decir, se trata de dos personas que caminan al mismo ritmo y en la misma dirección. Por ello, las bases de la pareja son: la comunicación y el diálogo eficaz, la empatía, la asertividad, y especialmente, la generosidad. Generosidad para dar pero también para saber que el otro es diferente a uno mismo. Es decir, tiene su propio modo de ser, de pensar y de sentir.
En algunas ocasiones, en el seno de la pareja, se corre el peligro de ser víctima de la lucha de egos. Una lucha que puede conducir a una forma de rivalidad un tanto obsesiva basada en la comparación. Lo cierto es que es importante corregir este modo tóxico de amar. Para ello, siempre debes alegrarte por los éxitos de tu pareja como si fuesen propios y no dejarte llevar por la envidia ni por la inseguridad en ti mismo.
La lucha de egos en pareja puede darse en diferentes circunstancias. Por ejemplo, cuando él gana un sueldo en su trabajo mucho mayor al de ella (o a la inversa). O cuando uno de los miembros de la pareja tiene un trabajo muy vinculado con el prestigio y con la fama, por ejemplo, arquitecto, escritor, médico, actor…
Pero la lucha de egos también remite a situaciones más sencillas y cotidianas en relación con saber quién hace mejor las cosas. Detrás de este modo de actuar existe falta de autoestima, miedo a no ser lo suficientemente bueno para la otra persona. Por ello, a veces, el valor que creemos que no tenemos lo asociamos de forma directa con todos los logros profesionales con el objetivo de mantener vivo el interés del ser amado.