Siempre se ha dicho que a veces, la indiferencia puede servir como un medio de atracción en el amor. Sin embargo, conviene tener cuidado a la hora de encontrar el equilibrio en dicha indiferencia ya que puedes pasar al extremo de mostrar tan poco interés por el otro que el otro, lejos de quedarse esperando, lo que hará es verte como un imposible y se marchará. Además, la realidad es que dependiendo del perfil psicológico de cada persona, no todo el mundo siente mayor interés ante la indiferencia de la persona que le gusta.
Al revés, existen personas en las que esta falta de interés se traduce también, en una falta de deseo propio. Es decir, necesitan recibir algún tipo de indicio o de señal para seguir con la batalla del amor. Sienten que no merece la pena luchar al cien por cien ante alguien que no muestra el más mínimo interés.
La indiferencia puede fortalecerte en ciertos momentos. De hecho, una canción de Sergio Dalma como «Esa chica es mía» muestra en parte cómo el hecho de ser indiferente a veces, se asocia con estar enamorado. En la medida en que eres indiferente también provocas celos en el otro. Es decir, le haces ser consciente de que no te tiene ahí para lo que quiera sino que si de verdad te desea tendrá que luchar por ti y esforzarse.
La indiferencia es más propia del amor en la adolescencia o en los primeros años de juventud. Luego, conforme vas creciendo, te das cuenta que no merece la pena jugar al gato o al ratón porque, al final, si algo tiene que ser será. Y no necesitaráss estar adivinando los sentimientos del otro. Al revés, cuanto antes conozcas la verdad, mejor. Así seguirás con tu vida caminando hacia otra parte.