La felicidad es un verdadero regalo en la vida, sin embargo, a veces, dicho bienestar pasa inadvertido para la mente humana. Puesto que en ocasiones, nos dejamos cegar por las grandes cosas, buscamos grandes atractivos en la rutina, y tenemos prisa porque lleguen grandes emociones… La felicidad inadvertida es la de las pequeñas cosas que a veces, damos por supuestas: el hecho de tener un techo del que poder protegerte del frío y un hogar donde poder descansar y ser tú mismo.
Tener un trabajo con el que te sientes integrado a nivel social y tienes un sueldo para llegar a final de mes. Tienes el cariño de amigos con los que haces planes para disfrutar y pasarlo bien. En definitiva, para compartir la vida. Y tal vez, también tengas una pareja con la que te llevas bien. En la cima de todos los bienes está la salud. El hecho de encontrarte en un perfecto estado físico. Ya que cuando estás bien, tienes potencial para hacer otras muchas cosas.
Podríamos ir sumando muchos ingredientes a esta lista interminable de felicidad. Por ejemplo, es un verdadero regalo poder contemplar la belleza del universo infinito. Al igual que es una maravilla poder contemplar algunos paisajes de la naturaleza. Las cosas verdaderamente importantes de la vida, no tienen un precio. Es decir, van más allá del dinero. Esta es una de las razones por las que cometen un error aquellos que intentan comprar el cariño ajeno.
Hay que hacer un acto de reflexión consciente para poder apreciar de verdad, este tipo de felicidad. Es decir, en el día a día, debes pensar menos en aquello que te falta y mucho más en aquello que tienes para dejar de lado, el peso de la carencia.